¿Pero cómo ha llegado eso hasta ahí?
Es la típica pregunta que se hace el dueño con cara de incrédulo cuando le sacamos a su mascota una espiga de los oídos, de la nariz o incluso de la lengua.
El último caso y que nos impresionó tanto a nosotras como a su propietario es el de Menut.
11 ESPIGAS en un maxilar
9 en el otro
1 atravesando la lengua
Lo más sorprendente era que el perro comía, lo único extraño que había notado su dueño era que salivaba más de lo habitual.
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